jueves, 27 de diciembre de 2007

¿Qué tengo, qué me queda?


¿Qué otro sentimiento

podría tener yo

que el de leer y escribir

que son mi vocación?

¡Amo al mundo

por su perfecta armonía!

y a todos mis amigos por su compañía;

amo a las mujeres que han alternado

su paso con el mío,

más a todos ellos

pronto he perdido.

Si a cada segundo se va la vida,

a cada suspiro, a cada letra que escriba

¿Qué me quedará, entonces, de todo?

Solo el sentimiento de la buena vida:

con sus tristezas, y sus alegrías.

jueves, 11 de octubre de 2007


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Los números quedan desterra2
de este verso.

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sábado, 6 de octubre de 2007

Sin tí


La habitación del tiempo se quedó vacía.

ya sin ti se llenó de eco;

y mi soledad te busca desesperada,

aún no estas, ¿de hace tanto te vas?


Hay fiebre en las habitaciones lunares:

cuerpo lleno de sombras que extiende su manto,

y yo destilo lágrimas del huerto de tu ausencia.


Para cuando los albores lleguen

ya estaré muerto,

desenredada la maraña de mi conciencia,

ya sin ti, ya desnudo.

Cuando la noche extienda su manto

y la caracola del viento recoja el perfume

ya solo sabré decir tu nombre.

martes, 11 de septiembre de 2007

Sauriobus


En medio de gruñidos de hollín,
el dinosaurio menea su esqueleto de chatarra;
sus garras de caucho arañando el pavimento.
Parece que devora hombres
y los vomita malhumorado.
El tiempo roe su piel centenaria,
fiera de terribles ojos. Aún así
el hombre ha sabido domarlo.

miércoles, 18 de julio de 2007

Robot poeta


Como existían robots de cualquier índole: guerreros, domésticos, músicos, de compañía, etc. yo me dispuse a construir uno poeta. Que supiera arrancar, de su cerebro de chatarra, algunas impresiones dignas de considerarse humanas. Lo difícil no fue conseguirlo, sino encontrar un público adecuado para presentar mi creación.

El ciborg tenía postura, voz poderosa, movimientos elegantes y sus palabras no eran llanas, por el contrario, llegaban al corazón. A pesar de todo no pareció arrancar impresiones al exigente público, en un principio agolpándose con curiosidad, después aglutinados mecánicamente. Acostumbrados a casi cualquier tipo de inusual espectáculo, al descubrir el robot comenzaron a entusiasmarse. Pero al activar sus declamaciones la gente perdió rápidamente el interés. El tumulto más que para quedarse fue para salir; sin embargo los que prestaron un poco de atención no tuvieron más remedio que avistar la actuación completa. No porque les gustase, sino por la necesidad de seguir un espectáculo hasta su desenlace. Tal ves por el afán de no dejar nada a medias, costumbre muy común actualmente gracias a un ridículo concepto de civilidad, o para evitar cualquier duda que pudiese incentivar a la creatividad a pensar un posible desenlace.

Al terminar la presentación me surgió un terrible problema: fui incapaz de distinguir al robot del resto de la gente que se quedó a ver el espectáculo.

Muere el amor


Muere el amor... muere
¿muere el amor?... ... muere
muere el amor... ... ... ¿muere?
muere el amor...
muere.

sábado, 21 de abril de 2007

madeja de gato








Dios, madeja de gato
desenreda el tiempo;
a cada hebra un suspiro,
a cada hilo un hombre.

Dios, inocente juega:
Crea, destruye.
Atrapa mariposas,
Las convierte en sueños.

Dios bebe en el riachuelo
Olfatea, mueve los bigotes
Y yo…. En silencio lo veo.

lunes, 19 de marzo de 2007

El viaje

María entró en aquella maltrecha camioneta. Al principió dudó si era la correcta, pero el fosforescente letrero le indicaba que era la apropiada. El sofocante calor la mareo un poco, ese tipo de calor no viene del sol, lo radia el pavimento, pega la suela al piso, genera un aire denso que impide respirar, mejor dicho que respira por uno. María trató de acomodarse lo mejor que pudo. La verdad le asombró la cantidad de personas que metían en esos vehículos. Todos con miradas absortas, clavadas al piso. La mayoría portaba olores desagradables y su apariencia dejaba mucho que desear. Le sorprendió que a esas personas parecía no importarles su arreglo en lo más mínimo. El muchacho a su lado, aunque joven todavía, tenía la cara marcada por cicatrices y huellas de acné, su barbilla, bastante desalineada, lo hacía ver francamente mayor. Pronto reparó en una mujer sentada junto a la ventana. Su voz chillona le llamó de inmediato la atención. La señora, con las uñas completamente amarillas, degustaba unas frituras muy grasosas, remataba cada bocanada lamiendo sus dedos, pasando la lengua sobre la descuidada uña de su pulgar procurando lamer la parte interior. María torció la boca en mueca de desagrado, se dio cuenta de que la mujer la observó un instante y luego terció una risa sarcástica que asomó unos disparejos y ennegrecidos dientes, que a María le recordaron más a los de un jumento que de una persona. Había, además, algo en aquella señora que le intrigaba; le resultaba agobiantemente familiar. Disimuló un momento, miró hacia la ventana para distraerse un poco y notó como el vehículo se ponía en movimiento. Le resultó, de pronto, muy extraño encontrase en ese lugar. Se detuvo a pensar. -¿El amor lo puede todo?- -¿Puede sacar a una chica de su cómodo ambiente familiar para arrojarla en aquel lugar, para ella tan desconocido?- Pero presentía que podía soportarlo, si hay amor, hay felicidad. Miró, a pesar suyo, a la señora de nuevo. Notó que su cabello, sumamente maltratado y con un corte completamente disparejo, no era negro en realidad. Las raíces blanquecinas, como zacate gastado, revelaban un mal tinte. Reparó en las enormes bolsas en sus ojos y en sus prominentes arrugas. Pese a que la señora traía vestido, lo cubría con un sucio delantal bastante gastado, un gesto que le desagrado a María fue ver como tomó el hombro del delantal y lo introdujo en sus fosas nasales. Un bordado de canario le hizo prestar atención a los marchitos pechos de la mujer. Tas contemplar todos estos detalles, se dio cuenta de que le era completamente imposible predecir su edad, se veía bastante mayor, incluso de unos cincuenta años, pero las mujeres de esa edad que ella conocía poseían movimientos de completa elegancia y contrastaban sus arrugas con preciso maquillaje y suntuosa joyería. Nunca había sospechado que existiesen señoras que a esa edad no tuvieran fortuna. –Tal ves jamás se casó, y se la ha visto difícil- pensó, así que dirigió su vista a la mano izquierda de la mujer en busca de alguna prueba que desmintiese su teoría . Pudo ver un amillo nupcial, bastante gastado y de muy mala calidad, al observarlo detenidamente se estremeció. Alzó, de pronto su mano izquierda y se dio cuenta de que… ¡Era idéntico al suyo! Sintió un inesperado terror y, como por impulso, arrancó la argolla de su dedo y la arrojó por la ventana. Sintió deseos de bajar del vehículo, pero no lo hizo, miró por la ventana y se dio cuenta de que llegaba al lugar indicado. Descendió de la camioneta y vio a Iván, estaba tan encantador como lo recordaba. Sintió de pronto gran emoción y corrió a sus brazos

miércoles, 14 de febrero de 2007

Te sueño






Anoche soñé con tus dedos,
Pero no era tuyos, eran míos.
¡Quiero dejar de soñarte!
Mas, quiero tenerte.

Mis ojos no llora, hablan
lamentan tu ausencia,
cantan tu silencio.

A tu boca, escrita con ternura
Se la lleva el viento;
Sopla sobre tú lengua y susurra
habla de mí y de ti, de ninguno.

El amor vacío se mece en tus caderas,
laberinto mítico
como minotauro busco tu tesoro,
ninfa mística, ¡Me ciega tu visión!

Para el tercer acto…
Ya no queda nada.

sábado, 10 de febrero de 2007

Modernidad




Una señorita para estar en sociedad debe saber recular, decir malas palabras al por mayor, poner los codos en la mesa, interrumpir y vestirse decentemente, es decir con la ropa lo más escasa posible, pero lo más importante: Blasfemar y burlarse de Dios y el presidente. Si no, ¿Cuando han de conseguir marido?

lunes, 15 de enero de 2007

Encuentro:

Primero fue en aquel parque. Ya era tarde y yo postrado en el sitio de siempre me deleitaba observando las hojas crujir frente al viento desembrino.

Pensaba no recuerdo que tantas cosas y la vi por ves primera; se escondía tímida entre los árboles como acechando. Talvez por curiosidad permanecí un momento inmóvil, pero tras notar su pálida piel y extraviado semblante sentí algo de repudio y me aleje.

Aquel debió ser asunto olvidado, pero el continuo devenir de los días me hizo presa del deseo irreversible de buscar su aparición. Vestí mis mejores galas y marche con el mejor designio de provocar un encuentro con la misteriosa mujer.

Regresé al lugar de siempre dispuesto a esperar, pero el reloj agotó sus horas y aquella mujer no apareció. Resignado saque un cigarrillo de la bolsa de la camisa, lo encendí, pero no estaba de ánimo y tras algunas caladas termine por apagarlo. Tire la colilla al piso y tras alzar la vista me sorprendí con los olanes de un sencillo vestido de manta.
-¡Un indescriptible vértigo me invadió!- Reconocí en aquella figura su inexpresivo rostro; era pálida como la nieve y sus ojos negros como el carbón, su cabello largo delineaba el contorno de un frágil cuerpo. Pero en conjunto su aparición mostraba desconcierto.

Se sentó a mi lado, intente hablarle, pero solo me miraba, sin palabra alguna que saliese de sus labios. Me sentí incomodo, y ella esperó paciente que me relajase. Aquella noche nos entendimos sin palabras y tras ganar confianza nos volvimos poco a poco amantes. Sus caricias heladas provocaron laceraciones en mi conciencia y sus amargos besos desgarraron mis ilusiones.

Después de eso la frecuenté algunas veces. Poco a poco me di cuenta de su naturaleza. Posee muchos amantes, pero es celosa al extremo, apenas estas con alguien y se va, pero si te abandonan regresa a darte consuelo a su acostumbrada manera. Ahora no la tengo, pero se que volverá, siempre lo hace. Lo se porque me espía de noche y me sigue de día. Como una sombra la soledad siempre acompaña nuestros pasos.

viernes, 5 de enero de 2007

La bestia:











A tragos acompasados la bestia imberbe comenzó a liberarse. Al principio parecía pequeña y se retraía tímidamente en una esquina de su celda.

Gire para comprobar si aún se encontraba ahí. La sorpresa me invadió al comprobar que era aún más hermosa que la última ocasión en que la contemplé unos instantes antes. Luego vino el impulso. Súbitamente abandoné mi asiento y caminé directo a ella ante la atónita mirada de mis camaradas. Luego la timidez. Disimuladamente tercié hacia el baño. El intento había fallado. De regreso no pude evitar sonreírle pero, ella me miró extrañada como quien no reconoce a alguien. Al llegar a mi lugar levante nuevamente la copa.

La bestia lanzaba temerosos rugidos, una espesa niebla invadió el recinto. La bestia parecía agrandarse. Su carcelero golpeó las rejas para intimidarla, pero poco era lo que podía hacerse.

La emoción me invadió súbitamente. Aquello sucedería. En cuestión de tiempo al levantarme iría hacia ella. Al voltear vi como platicaba distraída con su amiga. La impresión subió de tono. Tomé el trago de golpe para darme valor. Aún titubeante llene la copa de nuevo, y de igual manera la vacié en mis entrañas con la esperanza de aplacar mi ofuscación pero, solo provocó que me sintiera mas inquieto. La amiga de aquella chica se levanto dejándola sola. ¡Ese era el momento! Tomé otra copa y me levante decidido.

Las garras de la bestia azotaban estrepitosamente la celda. El carcelero impotente no podía contenerla más. La niebla lo tornó todo confuso y de un estrepitoso golpe se soltaron los barrotes. La bestia era libre y su instinto primitivo contaminó el lugar.

jueves, 4 de enero de 2007

De suma gravedad

Ya se sabía que algún día iba a pasar, la gravedad simplemente celosa de la huida del hombre a su influencia, desató su furia aplastando unas cuantas personas y asustando algunos animales, los pobres no tenían la culpa, a no ser claro, los domésticos que podrían considerarse cómplices.

Sospeché que sucedería cuando comencé a escuchar frases como: “retando a la gravedad”, “Violando la gravedad”, “jugó con la gravedad” y otras tantas igual de irreverentes. Nada bueno derivaría de aquello. Después simplemente tomé la decisión. Como un moderno Noe construí un arca del siglo XX, capaz de soportar los furiosos embates de mi enemiga.
Dilucidé un árbol fuerte, un roble por decirlo así. Tomé mis herramientas y pese a las burlas de amigos y transeúntes simplemente comencé: El techo debajo del piso. Un boquete para chimenea, por aquello del frío. Encajar la forma triangular del tejado entre las ramas, fue lo más difícil, pero el resto fue sencillo. Unas paredes rectas y fuertes, un par de ventanas para la ventilación. La entrada quedo muy arriba, prácticamente inalcanzable, pero me decidí a incrustar algunos peldaños. La Mesa y las sillas quedaron clavadas para que no cayesen de momento.

Tan solo faltaba una pareja de cada animal existente, pero al considerar el espacio, decidí tan solo buscar una para mí. Debo confesar que no fue nada sencillo, la resistencia de muchas mujeres a exiliarse en una casa invertida era evidente. La mayoría me miraba con menosprecio y se alejaba, pero al fin encontré a María. La idea, aunque extraña, le pareció divertida. Se subordino a mí y en poco tiempo estuvimos listos para la aventura. No fue difícil conocer el día de su venganza, sin duda a la gravedad le molestaría el escape de algunos incautos en una descabellada aventura para conquistar la luna. Al momento del despegue María y yo trepamos al piso y nos sujetamos con cuerdas.

¡Ya imagino el inmenso caos que se vive afuera!, por las ventanas no se ve mucho, pero observando con atención, miré como un pajarillo pasó volando. ¡Lo hacía de cabeza! El pobre, debió perder la cordura.