viernes, 5 de enero de 2007

La bestia:











A tragos acompasados la bestia imberbe comenzó a liberarse. Al principio parecía pequeña y se retraía tímidamente en una esquina de su celda.

Gire para comprobar si aún se encontraba ahí. La sorpresa me invadió al comprobar que era aún más hermosa que la última ocasión en que la contemplé unos instantes antes. Luego vino el impulso. Súbitamente abandoné mi asiento y caminé directo a ella ante la atónita mirada de mis camaradas. Luego la timidez. Disimuladamente tercié hacia el baño. El intento había fallado. De regreso no pude evitar sonreírle pero, ella me miró extrañada como quien no reconoce a alguien. Al llegar a mi lugar levante nuevamente la copa.

La bestia lanzaba temerosos rugidos, una espesa niebla invadió el recinto. La bestia parecía agrandarse. Su carcelero golpeó las rejas para intimidarla, pero poco era lo que podía hacerse.

La emoción me invadió súbitamente. Aquello sucedería. En cuestión de tiempo al levantarme iría hacia ella. Al voltear vi como platicaba distraída con su amiga. La impresión subió de tono. Tomé el trago de golpe para darme valor. Aún titubeante llene la copa de nuevo, y de igual manera la vacié en mis entrañas con la esperanza de aplacar mi ofuscación pero, solo provocó que me sintiera mas inquieto. La amiga de aquella chica se levanto dejándola sola. ¡Ese era el momento! Tomé otra copa y me levante decidido.

Las garras de la bestia azotaban estrepitosamente la celda. El carcelero impotente no podía contenerla más. La niebla lo tornó todo confuso y de un estrepitoso golpe se soltaron los barrotes. La bestia era libre y su instinto primitivo contaminó el lugar.

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