martes, 11 de septiembre de 2007

Sauriobus


En medio de gruñidos de hollín,
el dinosaurio menea su esqueleto de chatarra;
sus garras de caucho arañando el pavimento.
Parece que devora hombres
y los vomita malhumorado.
El tiempo roe su piel centenaria,
fiera de terribles ojos. Aún así
el hombre ha sabido domarlo.

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