Mirada de roble, visión quintal que desboca arroyos miserables. Ya no escribo al viento, cobra multicabeza, porque ya lo sabe. Millonario de tu ausencia el sol busca las doradas praderas donde enjuagar su brocha de trigo. El azul canva es del viento, se lo ha regalado el agua para que cubra su cara de cielo y no le piquen los mosquitos del arrollo. En mí todo vale una moneda, todo: mis recuerdos son tuyos solo si estas en ellos, si no son míos y son sobre ti.¿A cuantos racimos esta la vida?, ¿A cuántos pasos de Urur están los sueños? Yo le pido a Dioses sin nombre que doren la teja para que sepa salada y no me lleve la muerte. El lenguaje de humo se aprende tan fácil, pero olvidarlo es difícil ¿Cómo olvidar sempiterna la lengua de fuego sobre las alas del potro salvaje?
Ojala Dios no despierte nunca, y vea mi obra echa a su imagen y semejanza porque soy hombre y estoy echo de tierra. Las lenguas antiguas dicen mi nombre y en el futuro los caminos describirán mi silueta… Un día, no quedara ni el viento. Se cansará de soplar vida sobre los cuatro puntos y entonces habrá silencio, silencio de las motas de polvo sobre el vacío, silencio en el canto del poeta creador del cielo y de la hierva.
No murmures en vano al viento. ¿Porqué miento? Llora, llora, llora como niño, porque niño eres; eres niño desde que eras niño, niño de nacimiento, morirás niño. ¡Niñerías, niñerías! No, no son cosas de niños, el olvido es el niño que muere por la tarde, que muere en el invierno, justo cuando nacen otros niños. Llevo a cuestas mis nueve meses de hombre. Nueve lunas que pesan sobre mis alas de ángel, ¡no me deja volar la vida!... y el niño grita de nuevo y ¿adivina? ¡sabe tu nombre! este niño es lo primero que aprendió y es lo que nunca se olvida.