¿Qué otro sentimiento
podría tener yo
que el de leer y escribir
que son mi vocación?
¡Amo al mundo
por su perfecta armonía!
y a todos mis amigos por su compañía;
amo a las mujeres que han alternado
su paso con el mío,
más a todos ellos
pronto he perdido.
Si a cada segundo se va la vida,
a cada suspiro, a cada letra que escriba
¿Qué me quedará, entonces, de todo?
Solo el sentimiento de la buena vida:
con sus tristezas, y sus alegrías.